viernes, 9 de diciembre de 2011

Deseos, 3.

Él. Vuelve a su casa pensando en ella. Se sienta en el sofá. ¿Qué demonios estás haciendo Marco? No puedes huir cada vez que la veas. Ella fue algo muy importante para ti. Se lo diste todo. Todo lo que tenías y podías darle. Y ahora, ¿qué? Nada. Ya no hay nada. Pero sólo porque tú no has querido. Porque te has asustado. Y llora. No hay nadie en casa. Está sólo. Y por primera vez, se siente completamente sólo en el mundo. Con sus amigos no se puede contar para hablar sobre este tipo de cosas. Se lo tomarían a cachondeo. Ya no tiene verdaderas amigas. Se comporta como un imbécil con las chicas. Llora. Llora por haberla perdido. Por haberle hecho daño a ella y por habérselo hecho a sí mismo. Se levanta. "Pañuelos, pañuelos, pañuelos, pañuelos... ¿Dónde están los pañuelos? Papel higiénico..." Va al baño, se enjuga las lágrimas, se suena y se lava la cara. No me puedo quedar aquí, tengo que distraerme aunque sea un poco. Es la primera vez que llora después de haber cortado, hace tres meses. Ha aguantado, pero es imposible no sufrir, no estallar después de tantos sentimientos dentro de ti. Dentro de tu corazón, en tu cabeza, rondando. Coge el teléfono y llama a Vicky, su mejor amiga desde siempre. Ella le ha aconsejado, le ha ayudado, le ha ofrecido su hombro como almohada. Hace alrededor de medio año que no hablan. Ella está feliz con su novio, que le roba más de la mitad de su tiempo libre y la otra "menos de la mitad", se la roban sus amigas. Pero sabe que siempre que lo necesite podrá contar con ella, aunque se hayan distanciado.
-¡Hola, cuanto tiempo!
-Hola, Vicky -dice con tono apagado.
-A qué hora y dónde... -se ha puesto seria.
-¿Puedo ir a tu casa?
-Ven, estaba viendo una peli, estoy sola.
-Vale, estoy allí en diez minutos.
Marco se lava la cara de nuevo, tiene los ojos rojos. Coge una chaqueta, las llaves, el móvil y se va.
Vicky está terminando de ver la película. Un paseo para recordar, dirigida por Adam Shankman. Le gusta aprenderse los directores de las películas que ve. Suena el interfono, le da al botón para abrir, apaga la tele y se sienta en el sofá. Marco sube y vuelte a tocar.
-¿Quién es? -intenta quitar un poco de tensión a la situación.
-Ya sabes que soy yo -pero no se puede.
Vicky se levanta y abre.
-Pasa.

Ella. Ya está en la biblioteca. Siendo más exactos, en la puerta de la biblioteca. Está esperando a su amiga Helena, cuando estudian juntas es mucho más fácil aprenderse las cosas.
-¡Eh, Andrea!
Helena ha llegado.
-¡Ya era hora! Venga, vamos.
Andrea y Helena entran juntas en la biblioteca. Van al sitio de siempre. Se sientan y abren sus libros.
Su forma de estudiar es divertida. Empiezan por lo que más les cuesta: historia de España. Se trata de relacionar las cosas que ya conocen, con lo que deben aprender. Vocabulario nuevo, fechas, nombres. Se ríen de ellos haciendo caricaturas. Al final, se lo acaban aprendiendo a base de repetición.
-Bueno, vamos a descansar un poco -Helena es la más vaga- ¿Qué tal hoy? ¿Qué has hecho?
-Pues... No ha sido gran cosa. He llegado a casa, he comido, he cogido la primera guagua de la tarde, nadie interesante, como siempre.
-Y... Hace tiempo que no te lo pregunto, ¿cómo llevas lo de Marco?
-Hoy me ha parecido verle. Cuando estaba llegando a Arrecife, había un chico leyendo sentado en los bancos que hay delante de la estación. -le tiembla la voz- Levantó la cara y creo que me estaba mirando, pero sabes que desde que perdí las gafas no veo nada bien. No sé. Cuando bajé, ya no había nadie.
-Sabía que te pasaba algo... -Andrea expone su más amarga sonrisa.
-Han pasado tres meses... Sabes que no puedo olvidarle. ¿Qué puedo hacer? Es tan difícil.
-No puedes hacer nada, voluntariamente, digo. El tiempo lo cura todo. Dale tiempo al tiempo. Tú tranquila, todo se pasa. Toda herida se cierra y deja de doler. -La abraza.
Y Andrea llora en silencio, en su hombro. Mojandole un poco la camiseta. No hay gente en la sala. Es la primera vez que llora, después de que se hubiera terminado. Ya le iba haciendo falta.
-Ya está, guapa. ¿Qué digo guapa? Estás feísima cuando lloras. ¡Saca esa sonrisa tan bonita que tienes!
Andrea sonríe falsamente, parece que se haya comido un limón ácido. Y entonces, se ríe. Se ríe de verdad. Por primera vez, desde hace tres meses. Y Helena la acompaña. Sus risas resuenan en toda la sala. Vacía. No hay nadie que pueda decir molesto "¡shhhh!", y menos mal.

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