domingo, 10 de noviembre de 2013

Estoy cansada de sentirme mal si no soy la mejor en todo. Cansada de no ser lo que los demás quieren que sea, de decepcionar a todo el mundo. Quiero volar, quiero olvidar, quiero vivir. Quiero crear. Sí, quiero ser creativa, pero ni un segundo tengo para pensar, para desarrollar lo que se me ocurre. Antes las cosas eran más fáciles y todos tenían tiempo para todo. Ahora les gusta hacer de tu vida un barullo de dificultades. Siempre hay que hacer cosas, mientras tú lo único que quieres es esconderte bajo el edredón y desaparecer por un momento. Dormir. ¡Dormir! ¡Cuánto tiempo no habré perdido durmiendo! ¿Tengo que padecer insomnio para poder hacer todo lo que me piden? Lo que me piden y también lo que quiero hacer. Porque tengo vida, por si no se han dado cuenta. Cuántas veces no me han dado ganas de mandarlo todo a la mierda. Sería tan fácil... Las cosas van mal. Todo va mal. Y a mi ya me da igual si van bien o no. Resisto, resisto y resisto. Como una roca. Como tendría que ser. Como no quiero ser.
No soy la mejor, no voy a tratar de serlo porque no voy a serlo. Y ya está. Punto, joder. Lo hago, sigo adelante y ya está. No será fácil. Pero de tanto que me lo han repetido, al final me he aprendido cuáles son las cosas a las que hay que darle más importancia y cuáles no. Lo conseguiré y llegaré a algo mejor. Algo que me merezca. Algo que de verdad me guste. Y haré lo que quiera. Independientemente de si me hace daño, de si no es correcto ante la sociedad, de quién lo vea bien o mal. Si ya me da igual, más igual me dará en ese momento. A veces la mente necesita cosas que el cuerpo rechaza.