sábado, 28 de enero de 2012

De errores se aprende.

La vida te ha dado golpes, y tú has llorado y has sufrido. Has hecho lo imposible y lo has superado sanando tus heridas. Ahora es el momento de sonreírle, una de esas sonrisas pícaras que tan bien se te dan. No, no le devuelvas los golpes. A veces es bueno ser falso y hacer lo conveniente. Coge las lágrimas y tíralas a la basura, si no son de alegría no merecen la pena. No las empaquetes, no se las mandes por correo, no cambiará de opinión. Coge todos sus trastos y recuerdos y guárdalos en una caja bajo llave, esta caja, ponla donde no la veas muy a menudo y esta llave, regálasela a tu mejor amigo. Dile que bajo ninguna circunstancia, te la devuelva. Nunca. Olvida que ha ocurrido, finge que estás bien, que todo sigue igual. Aunque no lo creas, ayuda mucho que la gente no te trate como si fueses desgraciado, si no que sean las mismas personas a las que no les importas hasta que hay cotilleo. Cuéntale la verdad a un verdadero amigo, a veces nos empeñamos en verlo todo negro. Cuando un amigo se acerca y pregunta 'qué, ¿cómo estamos?', podemos mentir o dejar que nos echen una mano, decía Chojin.
Bien, pues no exageremos. No hagamos que un roce sea una herida. Estamos hechos de piedra y nunca caeremos. Puede que perdamos el equilibrio, puede que resbalemos, pero nunca llegaremos a tocar el suelo. Mantén siempre la mente en las nubes, la cabeza sobre los hombros y los pies en el suelo. Tan sólo disfruta, que tienes más que suficiente.

sábado, 21 de enero de 2012

Sensaciones que vuelan con el viento.

Y se van de mi vista al ver que yo te quiero y tú a otra.

Conocí a Amor pronto y ahora me ignora. Me dice que me lo merezco por no haberlo cuidado, y eso es mentira. Amor es tonto e ignorante. Cuando te lo presentan y te haces su amigo, es ideal, lo mejor que te podría pasar. Pero tiene una pega: No es para siempre. Finaliza con una muerte, con infidelidad, con celos, con ira, con faltas de respeto, con violencia. Es imposible que Amor se despida de ti con Cariño y que tú no sufras. Ni lo intentes, chico, es imposible.
A veces Amor se ríe de mi, me engaña. Me hace creer que tú me quieres pero, luego Pesimismo me convence de que no. Y, ¿a quién voy a creer, al ángel o al diablo? Y es entonces cuando Soledad y Melancolía me secuestraron. Pero Amistad, tan buena amiga, siempre me fue y me será fiel. Me ayudó a abandonarlas y por fin, Felicidad me besó haciéndome sentir las nubes a mis pies. Un día me encontré con Ilusión y cuando la vi, me enamoré. Me decía que Amor, el viejo amor, el amor agotado y usado, era bueno y que le esperase siempre, que aunque fuese viejo, no importaba, llegaría tarde o temprano, él no tiene horarios, pero llegaría. Y así hice, le esperé y le esperé, sentada en mi cama cada noche, sintiéndome cobarde por no saber cómo hablar de ello hasta que llegó el momento en el que me di cuenta de que Ilusión mentía, el viejo Amor nunca aparece.
Y un día, Pasión llegó y tocó mi corazón. Me sentía importante, fuerte. Ella me engordaba con sus palabras, que hacían que me sintiese tan cerca de Amor como él mismo. Pero Pasión me olvidó y sufrí al tener como única compañía a Abandono. Junto con Abandono, Pena no me olvidaba. Se metían en mi cama cada noche y me hacían llorar, escribir bellas palabras en una libreta manchada de lágrimas y tinta. Miedo me susurraba al oído que no saliera de mi burbuja, me convencía de que si estaba tan bien allí dentro, lo que hubiese fuera no importaba. Y acabé llamando a Odio y a Ira para que me ayudaran a salir rompiéndola con todas mis ganas. Pero esos son malos sentimientos, que hacen que tus cicatrices se abran y brote veneno de ellas. No pude romper mi burbuja, pero dejé una pequeña grieta que hizo que mis gritos, que ahí fuera eran murmullos, llamaran a Curiosidad. Ella me vió, tan transparente y muerta por dentro. Ya no tenía ni a Soledad. Ella vió conveniente que Hastío entrara por aquella pequeña grieta. Él me convenció de que durmiera y descansara, para que a la mañana siguiente pudiera levantarme con tales fuerzas que con un simple suspiro rompería mis barreras kilométricas.
Cuando salí, Decepción vino a mi. Al ver un mundo gobernado por Ambición, Envidia, Avaricia, Rabia, Desamparo, Rencor, Odio, Violencia, Humillación, Venganza, Miedo, Frialdad, Engaño y Desgracia. Un mundo que no era como yo lo había imaginado. Pero Esperanza me hizo buscar otros sentimientos en otras personas como yo. Y encontré a Libertad, ella siempre me ha sido fiel, hasta estos días.
Hoy, disfruto de la dulce compañía de 10 sentimintos, que aparecen y desaparecen cuando quieren: Gloria, Euforia, Amistad, Cariño, Afecto, Ternura, Empatía, Valor y, en pequeñas dosis, Orgullo y Humildad.
Ellos me han enseñado a ser como soy. Me han mostrado que existe la bondad. Que somos diferentes. Que algunos pensamos en los demás, y los ayudamos.
Hoy, Soledad se ha marchado.
Hoy, empieza todo. Mañana también. Y la próxima semana. Y la siguiente. ¿Y cuándo termina? Eso no importa. Hoy empieza.

miércoles, 18 de enero de 2012

Un año más.

Cuando era pequeña, mis padres nos llevaban a mi hermano y a mi de viaje a lugares que he olvidado. Pero, lo que sí recuerdo es ir de excursión y cansarme, recuerdo ser una quejica y una llorona. Cuando eso ocurría, mi padre me cogía y me subía en sus hombros. Mientras él cargaba con mi peso, a veces, con el de una mochila y con el suyo mismo, yo iba sentada y acomodada disfrutando de un paisaje que ya olvidé.

A medida que pasa el tiempo y los años le acompañan, se han fortalecido tus huesos y han debilitado los de quienes te dieron la vida. El tiempo corre y pasa delante de tus ojos. Y junto con el envejecimiento, que son directamente proporcionales, harán que cambies de opinión, que trates de otra forma a tus seres queridos y, en general, que crezcas, tanto física como personalmente. Y llegará el día en que tus padres no podrán valerse por sí sólos, necesitarán la ayuda de alguien para caminar, para sentarse o levantarse, para ducharse... Necesitarán a alguien que les haga la comida, la compra, que les limpie la casa, que les haga la cama, que les compre ropa... Y tú serás mayor. Tendrás un trabajo, una casa, una pareja... Quizá tengas un perrito. Habrás olvidado que cuando tú eras pequeño no te podías valer por ti mismo. Habrás olvidado que ellos te enseñaron a caminar, a hablar a sentarte a levantarte y ellos, te duchaban. Habrás olvidado que se gastaron una fortuna en pañales para que estuvieras limpio, que ellos te hacían la comida y te la daban procurando que te gustara, que ellos lo pagaban todo, que ellos limpiaban la casa, recogían tu habitación, tus juguetes y te hacían tu cama, que ellos te compraron toda tu ropa...
Y no sólo hicieron eso, si no que cuando tú llorabas, ellos te traían un paquete de kleenex, cuando sufrías estaban a tu lado para darte una de sus charlas, para que con palabras tu llanto cesara. Ellos te arroparon, te besaron y te desearon unas buenas noches. Ellos te compraron los juguetes que pedías, las chuches y golosinas, los caprichos innecesarios que hacen que sonrías.
Ahora te piden que les cuides porque, cuando se caen, ya no pueden levantarse. Y tú, egoísta, lo haces a regañadientes. No quieres porque dices que son muy pesados, que tienes cosas mejores que hacer, que podrías llevarles a una residencia. Les cuentas a tus amigos la gran carga que son los padres cuando se hacen viejos y que te apetecería pasar de ellos. Y cuando mueren, te das cuenta de tus errores. Y tu cerebro, al procesar la información, te hace cambiar de opinión. Hace que te des cuenta de lo mucho que los querías y de lo mucho que los necesitas ahora. Siempre los necesitarás.

Cuando era pequeña mis padres nos llevaban de excursión por lugares hermosos y, como yo me cansaba, mi padre me llevaba en hombros. En algún momento, yo haré lo mismo por él.
Yo no he perdido a mis padres, pero pienso con la cabeza, no con los pies.
No desperdicies tu vida, sólo tienes una.
El amor de una madre o de un padre es un préstamo que se devuelve sin intereses.
Ellos son el motivo de tu vida, recuérdalo.

martes, 17 de enero de 2012

"Si la vida es puta, fóllatela".

Sí, pero luego te cobrará, idiota.
¡Despierta! Estás en el mundo real.
Donde las flores no florecen al caminar y, mueren si las pisas.
Donde los pajarillos no cantan al amanecer.
Donde la malvada madrasta mató a Blancanieves.
Donde hay que trabajar para vivir.
Y donde no todos los sentimientos son felices.
Si quieres sobrevivir, hazme caso, debes hacer oídos sordos a las personas que intenten hundirte, que te tiren del pelo hacia abajo, para evitar que triunfes. Quieren que seas como ellos, uno más. Pero tú tienes potencial para subir y ser de los grandes. Puedes abrir tus alas y volar hasta rozar el cielo con la punta de los dedos. No tienes por qué hacerles caso, no. Sigue tu instinto y haz caso a tu corazón. Él es más sabio que ninguno de nosotros. Ámate y quiérete como nadie. Si no lo haces tú y pretendes que aparezca alguien perfecto y lo haga, estás muy equivocado.

lunes, 9 de enero de 2012

Platos Rotos, 4.

Noche. Noche de locura. Noche de diversión. Noche reluciente. Noche cerrada. 3:42.
Marco está un poco ido. Al igual que los otros chicos. Tienen claro dónde están, qué hacen y a dónde van, pero no lo suficiente. Están aún en casa de Kevin, pero se disponen a salir. Dejan todo lo innecesario y se van.
Cuatro pasos y la discoteca reluce ante sus ojos. Un par de luces parpadeando y ni si quiera pueden leer el nombre. Dan las entradas y a cambio reciben un sello en la muñeca. Más luces. Aunque ahora está todo más oscuro y el contraste es mayor. La gente está bailando y la música tiene buen ritmo.
Los chicos se acercan a la barra y le piden algo a la camarera. Las copas son muy caras y el ron es malo, pero no importa. Hoy es noche de beber. Marco cada vez está peor, aunque por dentro se sienta peor. Deciden no tomar más copas, que ésta es la última y que no la apuren. Es lo conveniente si no quieren armar un escándalo y que los echen por vomitar en los pies de alguien. Marco se lo bebe de golpe.
-¿Eres gilipollas? -Bruno está inquieto.
-¡Qué dices, tío!
-Si la cagas y te sacan a patadas, yo no te conozco.
Pablo, Fran, Tony y Kevin le miran. No hace falta que digan “yo tampoco”. Marco se da la vuelta. Que asco de gente, piensa. Hay una chica delante de él, de espaldas, hablando con su amiga. La mira de arriba abajo. Pelo largo hasta la cintura, liso y parece negro. Camiseta ajustada, unas curvas perfectas. Más abajo, un pantalón corto, resaltando aún más sus curvas. Medias transparentes y taconazos. Esto ya me lo conozco yo, piensa. Se acerca a su oído y le susurra unas palabras. Jessica se da la vuelta. Le sonríe.
-¡Me asustaste!
-Es lo que pretendía, preciosa.
-¿Cuánto has bebido? -no está normal.
-Nada, estoy sobrio.
-Sí, ya...
Marco se acerca a su boca y la besa.

Andrea está en casa de Marta.
-He quedado con las chicas en la entrada a las dos y media. -aclara Marta.
-Vale, pero como no te des prisa en arreglarte no llegaremos, ¿eh?
-Tú tranquila, que llegar, llegaremos.
-¡Todavía queda que me prepare yo!
-¡Ya estoy, pesada! ¡Quería terminar yo y ahora empezar contigo! Hay mucho por hacer.
Se dirigen al enorme armario.
-Haz los honores, cariño.
Andrea abre las puertas del armario y mira perpleja toda la ropa que Marta tiene dentro.
-Elige algo, ¿no?
-Ya voy.
Mete las narices entre vestidos, camisas, blusones y pantalones de todo tipo.
-Déjame, anda. Ya lo hago yo por ti.
Están sobre media hora eligiendo y probando. Al final, se deciden por unos pantalones cortos y una camiseta bastante ajustada. Aunque no le convence mucho, Marta insiste tanto, que le da la razón sólo para que se calle. La maquilla un poco, le plancha el pelo y ya está. Perfecta. Comen algo y salen de casa. La discoteca está un poco lejos y hay que caminar, pero no importa, ninguna lleva tacones. En la entrada hay un par de grupos de chicas y chicos. Uno de ellos, casi el que menos destaca, son las amigas de Marta. Se acercan y empiezan a hablar de sus cosas, no hay quién las entienda o se entere un poco.
-¡Venga, entremos!
Dan las entradas y reciben el mismo sello en la muñeca.
Nada más entrar todo el grupo de chicas con el que estaban se dispersa y Marta y Andrea se quedan solas de nuevo.
-¿Ves por qué quería que vinieras? Se van y me dejan sola... ¡Siempre!
-Pobrecita, mi niña... ¡Pues aquí estoy yo para salvarte de la soledad!
-¡Mi heroína!
-Lo sé, soy tu droga.
Y se marcha airosa cogiéndola por la mano y llevándola al centro de todo. Donde está abarrotado. Donde bailas dando codazos. Donde te empujan y te pisan los pies. Donde más divertido se está.
Al cabo de un rato Marta pide tiempo muerto. Se acerca a su oído y le grita que vayan a la barra a pedir una Coca-Cola.
-¿Qué?
-¡Coca-cola! -le señala la barra.
-¡Vale, vale!
Esta vez es Marta quien coge a Andrea de la mano y la arrastra a través de toda la gente. En la barra hay un grupo de chicos, parejas y alguno que otro solo.
-Una Coca-Cola, por favor.
-¡Y una botella de agua!
Marta la mira extrañada.
-La Coca-Cola engorda.
-Bueno, da igual. Tía, mira a esos dos dándose el lote.
-De verdad, aquí la gente no viene a bailar viene a...
Ese pelo. Esa camisa. Esas manos. Y su cara. Atada a la de esa chica por un lazo.
-Ese es... Marco.
Marta se da cuenta, sabe que la acaba de cagar. Mira a Andrea y vuelve a mirarlos a ellos.
-Lo siento...
-No, tranquila. No es culpa tuya.
Andrea reconoce a Jessica. La chica que siempre tonteaba con él, que siempre le buscaba y le mandaba indirectas. A la que ella le tenía tanto coraje. Marco y Jessica se despegan, rompiendo el lazo que los unía. Ella le sonríe y le dice algo. Y él se ríe, pero se tambalea un poco. Está borracho. Jessica se va y Marco se apoya en la barra. Andrea no le ha quitado la mirada de encima. Y, es entonces, cuando él se da cuenta. Se le ha apagado la sonrisita que tenía en la cara. Y ahora la mira muy serio. Ella está a punto de llorar. Se dispone a acercarse a él, pero Marta le coge la mano. Ella se da la vuelta y le dice que no pasa nada, que se quede ahí. Camina tímidamente. Aún no han dejado de mirarse. Ella, con lágrimas en medio de los dos. Ya están uno delante del otro.
-Qué haces aquí... -Marco rompe el hielo, aunque en mala dirección.
-No creo que lo mismo a lo que tú viniste.
Marco baja la cabeza avergonzado.
Ella sigue mirándolo.
-No me puedo creer que después de tanto “Te quiero”, tanto “no me dejes” y tanto “te esperaré siempre” hagas esto. Y encima apestas a alcohol.
-Si me dejaste sería porque no me querías, ¿no?
-No. Te dejé porque te habías vuelto un capullo. Y veo que no me he equivocado.
-Andrea, necesitaba olvidarte...
Ella se ríe al oír tal estupidez.
-Ya, ya... Yo también. A ti. No al chico del que me enamoré. A ese no pienso olvidarle jamás.
Marco vuelve a bajar la mirada, al suelo. Sonríe. Se da cuenta de que Jessica y Andrea llevan la misma ropa puesta. A Andrea le queda mucho mejor.
Por supuesto, ella odia los tacones, lleva sus Converse, tan cómodas y elegantes a la vez. Elegantes sólo porque las lleva ella.
-¿Y ahora de qué te ríes?
-Nada, nada…
Andrea suspira.
-Bueno, yo no tengo nada más que decir. Sólo que muchas gracias por aclarar mis dudas sobre si eras o no un capullo y que te deseo lo mejor, enserio.
-Siento haberme comportado así...
-Ahora ya no vale. -Andrea le sonríe. Satisfecha de sus decisiones. Vuelve a donde está Marta y la coge del brazo.
-Vámonos, por favor.
-¿Y las chicas?
-¡Da igual!