sábado, 28 de enero de 2012

De errores se aprende.

La vida te ha dado golpes, y tú has llorado y has sufrido. Has hecho lo imposible y lo has superado sanando tus heridas. Ahora es el momento de sonreírle, una de esas sonrisas pícaras que tan bien se te dan. No, no le devuelvas los golpes. A veces es bueno ser falso y hacer lo conveniente. Coge las lágrimas y tíralas a la basura, si no son de alegría no merecen la pena. No las empaquetes, no se las mandes por correo, no cambiará de opinión. Coge todos sus trastos y recuerdos y guárdalos en una caja bajo llave, esta caja, ponla donde no la veas muy a menudo y esta llave, regálasela a tu mejor amigo. Dile que bajo ninguna circunstancia, te la devuelva. Nunca. Olvida que ha ocurrido, finge que estás bien, que todo sigue igual. Aunque no lo creas, ayuda mucho que la gente no te trate como si fueses desgraciado, si no que sean las mismas personas a las que no les importas hasta que hay cotilleo. Cuéntale la verdad a un verdadero amigo, a veces nos empeñamos en verlo todo negro. Cuando un amigo se acerca y pregunta 'qué, ¿cómo estamos?', podemos mentir o dejar que nos echen una mano, decía Chojin.
Bien, pues no exageremos. No hagamos que un roce sea una herida. Estamos hechos de piedra y nunca caeremos. Puede que perdamos el equilibrio, puede que resbalemos, pero nunca llegaremos a tocar el suelo. Mantén siempre la mente en las nubes, la cabeza sobre los hombros y los pies en el suelo. Tan sólo disfruta, que tienes más que suficiente.

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