sábado, 26 de noviembre de 2011

Deseos, 1.

Ve la gente pasar, sentado en un banco, delante de la estación de guaguas. Parejas sonreír, de manos. Una madre y su hijo. Convivimos todos juntos en este Mundo. Algunos nos odiamos. Otros nos amamos, piensa. Lee un libro, no espera a nadie. Simplemente, está sentado en un banco, leyendo un libro. A veces levanta la vista y mira a su alrededor. Sabe que podría pasar delante de él y no se daría cuenta. Preferiría no darse cuenta, pero la curiosidad es más fuerte. A veces le gustaría verla, saludarla. Tan sólo para parecer que está bien. Aunque realmente no lo esté. La echa de menos. Se arrepiente de haberla perdido. Sabe que lo más probable es que no la vea. Ella no vive cerca, ni si quiera de la ciudad. Pero aún así, no pierde la esperanza. Y aunque la quiere, lo oculta.

Ella está sentada en la guagua, escucha música. También piensa en él. Sabe que la última vez que se vieron, él fue un cap*llo. Un hombre sube y se sienta detrás de ella. Huele a tabaco. Tose. Recuerda aquella vez, cinco meses después de haber cortado. Cuando le vio en Arrecife. Ella estaba sentada en un banco esperando a una amiga y él, con su skate. Se acercó a saludarle y vio que fumaba. Pensó, ¿qué te esperabas? Ese es el camino por el que iba cuando te dejó. Es un caso perdido. Pero no le dio importancia. De todas formas, eso ya no era cosa suya. Si quería destrozarse los pulmones, que lo hiciera. A ella no le perjudicaría de ninguna manera. Quizá algún día se dé cuenta de que si quiere llegar a viejo y no morir en el intento, lo mejor es cuidarse. Entonces llega. Se baja de la guagua y sonríe. Es fuerte.

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