sábado, 9 de marzo de 2013

Amiga.

Porque tienes razón, es lo mismo de siempre. Siempre. Porque nosotras llevamos siendo amigas mucho tiempo. Y yo soportaba tus malos días, en los que tratabas a los demás como te daba la gana, sin importar sus sentimientos. Soportaba tus paranoias. Soportaba tus penas y te cedía mi hombro si necesitabas llorar, y te cedía mis brazos sin necesitabas calor. Porque te quería y eras una de esas personas que son como tu familia. Como una hermana. Que por muchas putadas que te haga, vas a seguir queriéndola igual. Pero es que... Empezaste a cambiar. No ahora, no hace una semana, no hace un mes. Hace más de un año. No se cambia de un día para otro, por eso no me di cuenta. Pero fue decisión tuya cambiar. Antes no eras así. Eras una chica modesta, humilde, simpática, amable, tierna, inteligente, curiosa, interesante... Eras de esas personas que te caen genial cuando las conoces bien. Pero eras un poco antisocial. No porque tú quisieras, si no porque las circunstancias te habían llevado a ser así. Eras muy buena, ¿sabes? Pero ahora, en lugar de ser interesante, eres una interesada, eres egocéntrica, hipócrita, celosa, entrometida... Y bueno, seguirás siendo simpática, pero sólo con quien te interesa. Así pues, empezaste a cambiar. Y creo que fue porque comenzaste a tener más amigos y dejaste de valorarme como lo hacías cuando sólo estaba yo. En una persona normal, eso no habría influido. No digo que sólo debas tener un amigo, digo que si alguien lo da todo por ti, lo mínimo que puedes hacer es darle las gracias y a ser posible, devolvérselo. Al principio nos iba bien. Pero comenzamos a tener peleas. La primera duró meses, cuyas causas ni si quiera recuerdo. Luego, nos reconciliamos como si no hubiera pasado nada. Aquello me recordó al colegio. Cuando el viernes te enfadabas con tu amiga a muerte por una tontería y te prometías a ti misma no volver a dirigirle la palabra y el lunes volvías a ser su amiga de siempre. Yo creía que se había a acabado, pero a partir de ahí, hubieron problemas uno detrás de otro. Cada poco tiempo, te enfadabas conmigo por una cosa diferente. Y yo soportaba eso porque eras mi amiga. Me habías dado mucho y los buenos momentos superaban en número y calidad a los malos.
Ahora me doy cuenta de cómo eres: No aprecias las cosas buenas de la vida. Buscas... Una especie de constante éxtasis. O un éxtasis infinito. Quiero decir... Por ejemplo: Piensa en esa sensación de conocer gente nueva y que te caigan genial, estar siempre riéndote y echarles de menos pocas horas después de que se vayan. ¡Esa es una de las mejores sensaciones! Pero con el paso del tiempo, ni tú ni yo sentíamos eso. Y es normal. Porque lo mejor de la vida son los momentos en los que eres feliz. Tú y yo teníamos pocos, pero inolvidables. Ya no te acordabas de ellos y sigues sin acordarte. Pero piensa: Si fueras siempre siempre feliz, ya no serías feliz. Porque buscarías más. El ser humano es insaciable.
Es como el verano, si estuviéramos siempre en verano, sería aburrido. Porque ya no lo valoras. Pero después empiezan las clases y lo echas de menos.
Para ti aún no han empezado las clases, porque estás de vacaciones en vacaciones. Pero algún día te toparás con el trabajo y echarás de menos el verano. El problema es que si esperas mucho, es posible que desaparezca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario